domingo, 13 de diciembre de 2009

Artículo de Jaume Funes.

El artículo de divide en dos partes, en la primera se trata la marginación social como base de los problemas que hemos construidos socialmente. Este autor nos presenta una forma distinta de entender los problemas sociales, nos los presenta como creaciones sociales. En el momento que hemos creado el problema, el siguiente paso es diseñar las actuaciones necesarias para paliarlo. Desde ese mismo momento ya hemos apuntado con el dedo a una serie de personas, ya las hemos etiquetado, y podríamos decir que eso es una forma de marginar...
¿Cómo pretendemos crear una sociedad perfecta? ¿Quién es así? No conozco a nadie que tenga ese perfil: que no se drogue, que se alimente adecuadamente, que nunca haya hecho algo ilegal, que sea buen/a padre/madre, esposo/a, trabajdor/a... Eso no es posible. Somos muy hipócritas.
Por otro lado, ¿qué es la perfección? ¿Cómo se sabe lo que es perfecto si no hay ningún ejemplo en el que basarse? Además, ¿cómo sabríamos si funcionaría? Podría ser una fábrica de neuróticos, como dice Funes en su artículo. Para mí es antinatura, va contra la naturaleza humana y contra la animal, si me apuras.
Fabricar miedos es una actividad humana muy productiva. Hace que las personas se aíslen unas de otras y de esa forma es más fácil manejarlas. Al fin y al cabo es de lo que se trata. Y en nuestra sociedad globalizada son los medios de comunicación los que se encargan de esa tarea. Hemos llegado a etiquetar tantos "problemas" sociales que podríamos apuntar a cualquiera con el dedo, y seguramente encajaría en uno de ellos. No es de extrañar que pronto nos sintamos todos marginados, extraños, ajenos a una realidad común que nos guste o no, es la nuestra, la de los humanos. Si hubiéramos elegido el camino de la felicidad en vez de el del dinero, a lo mejor tendríamos otros problemas, pero hoy por hoy es lo que tenemos.
Estoy totalmente de acuerdo con la propuesta de Funes en la segunda parte del artículo, de volver al trabajo comunitario, es una forma de crear espacios de trabajo y aprendizaje, de conocimiento mutuo y de aceptación de nuestras diferencias. Cuando se conoce, se acepta, porque se puede negociar y compartir. De esta forma se podrían debilitar las formas de actuación actuales, basadas en etiquetar a las personas, castigarlas por hacer lo que todas las formas de poder supremo hacen de una forma o de otra (robar, matar, violar, engañar...), protegerlas no se sabe de qué, (porque tus miedos son tuyos, pero no tienen porqué ser los míos) y tratándolas como simples recipientes de problemas que nunca serán capaces de resolver.
Las intervenciones de carácter integral, como el de "La colifata" (del que tenía conocimiento, pero que nuestra compañera Cristina Cobos desarrolla en su blog) me parece un ejemplo de éxito. Funciona en cuanto que respeta las necesidades reales de la comunidad y les hace frente desde todas las vertientes posibles.
Funes menciona a Iván Illich en el artículo, uno de mis autores favoritos, junto con Reimer y los demás defensores de la desescolarización y el autoaprendizaje, como John Holt, que defendía la educación en el hogar, siendo los padres los máximos protagonistas. Quizá radicales, pero con muy buenas ideas sobre educación e intervención social. No quitemos a los padres su protagonismo en la educación de sus hijos, su complicidad.
Personal...
No estudio esta carrera por vocación, no entiendo esa palabra. La estudio porque tengo inquietudes y quiero saber hacia dónde enfocarlas. Necesito ideas fuera de la línea que me hagan reflexionar. Si unimos los extremos de una cuerda podemos formar un círculo en el que cabemos todos, cada cual con lo suyo. Bien por el artículo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario